D.V. Opinión.
La empresa familiar es uno de los ejes principales de la economía en el País Vasco, Según datos de las Cámaras de Comercio de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, el 84% de las empresas vas-cas son familiares y representan más del 40% del empleo en el territorio. Este tipo de compañías, además, fortalece y fomenta algunos de los aspectos que más preocupan en el actual contexto empresarial como son, por ejemplo, la herencia cultural y el arraigo, ejes vertebrado-res fundamentales en este perfil de empresas, que suelen estar profundamente enraizadas en la comunidad y contribuyen a preservar tradiciones y valores locales. Destacan por su resistencia y adaptabilidad, con una notable capacidad para resistir crisis económicas y adaptarse a los cambios del mercado a lo largo del tiempo, manteniendo una estabilidad que beneficia a la región en su conjunto, a la generación de empleo y al desarrollo local.
Conocemos además numerosas empresas familiares que desarrollan ideas innovadoras y disruptivas identificando problemas existentes en el mercado y creando soluciones únicas que ofrecen un valor significativo a los clientes; que están asentadas sobre un modelo de negocio altamente escalable, susceptible de crecer y alcanzar una amplia base de clientes; que utilizan la más alta tecnología para automatizar procesos o para llegar a mercados globales; que están formadas por equipos implicados en el proyecto, que comparten valores y objetivos, individuos talentosos y con experiencia en áreas clave como tecnología, marketing, finanzas y operaciones… Empresas, en definitiva, sólidas y exitosas.
Pero, ciertamente, las empresas familiares tienen problemas propios. Uno de los ma-yores desafíos para las empresas familiares es la planificación y la gestión de la sucesión. La transición de liderazgo de una generación a otra puede ser complicada, especialmente si no se han establecido planes claros y procesos adecuados. Los conflictos entre miembros de la familia pueden surgir en cualquier momento y afectar negativamente a la empresa. Estos conflictos pueden estar relacionados con la toma de decisiones, la distribución de beneficios, los roles y responsabilidades, entre otros aspectos. A menudo, las empresas familiares luchan por equilibrar la gestión familiar con la gestión profesional, y tienen que evitar que las decisiones se tomen más por criterios emocionales que por criterios objetivos basados en datos. La implementa-ción de políticas y procesos claros, la comunicación abierta y, a veces, la búsqueda de asesoramiento externo, pueden ayudar a superar estos desafíos y garantizar la viabi-lidad a largo plazo de la empresa familiar con unos altos índices de crecimiento.
La realidad de estas compañías no es ajena tampoco a cuestiones que atañen a todas las empresas en general, en una economía cada vez más globalizado y, entre ellas, cabe destacar el reto del crecimiento. En ocasiones, pudiera parecer que las empre-sas familiares son reacias a formar alianzas estratégicas con otras empresas o a abordar procesos de fusiones y adquisiciones que les proporcionaran acceso a nue-vos mercados, tecnologías o recursos que posibilitaran e impulsaran el crecimiento de la empresa. A veces ocurre. Y es que creo que nos encontramos ante un nudo gordiano, cuyo secreto estriba en acompasar de la mejor manera posible ese objetivo común del crecimiento con el del fortalecimiento y encaje de los valores. Debemos enfrentar este dilema abordando estrategias que armonice ese crecimiento con la identidad y los principios arraigados en la empresa familiar.
Así pues, nada es fácil, especialmente en este ecosistema de la empresa familiar, pero, contempladas virtudes y amenazas, poniendo en la balanza todos los pros y contras, desde mi punto de vista, estas compañías continuarán siendo pieza esencial para nuestra sociedad y son merecedoras de toda nuestra consideración y apoyo.
Si hacemos las cosas bien, la empresa familiar seguirá contribuyendo de manera esencial a la creación y mantenimiento del empleo en la comunidad, impulsando el desarrollo económico local y regional, haciendo frente a las crisis y mejorando la calidad de vida de las personas a las que proporcionan situaciones laborales estables y oportunidades futuras. Continuará contribuyendo al arraigo y a la cohesión social, fortaleciendo lazos sociales y culturales, manteniendo la identidad y el sentido de pertenencia de la comunidad, preservando tradiciones y valores. Mantendrá firme su responsabilidad social y su compromiso activo con nuestra sociedad, gracias a su visión de largo plazo y a su arraigo.
A veces, se tiene la sensación de que las empresas familiares son “las grandes olvida-das” en el contexto macroeconómico de las grandes corporaciones multinacionales pero, seamos cuidadosos y valoremos todo en su justa medida. Como dijo el célebre escritor y filósofo G. K. Chesterton, “toda gran civilización decae por olvidar cosas obvias”.