Madrid, capital de la inversión: lo que vemos desde el middle market

Madrid consolida su liderazgo económico con un crecimiento del PIB superior a la media europea y cifras récord en inversión extranjera. Jorge Sirodey analiza cómo este dinamismo macroeconómico está reactivando el mercado de M&A en el middle market y por qué es el momento de que el empresario familiar tome decisiones estratégicas con rigor, no con euforia.

10/12/2025

En Madrid se nota antes en la calle que en las estadísticas que atraviesa un momento especialmente bueno. Lo percibimos quienes trabajamos cerca de empresas e inversores: agendas llenas, reuniones que vuelven a ser de crecimiento y no solo de contención, interés internacional sostenido, capital latinoamericano que se asienta, operaciones corporativas que se reactivan. Hay una palabra que lo resume bien: alegría. No euforia, sino una alegría empresarial basada en hechos.

Si miramos los datos, esa sensación tiene fundamento. España lleva dos años creciendo por encima de la media de la zona euro; en 2024 el PIB avanzó un 3,2 %, claramente por encima de Francia e Italia, que apenas superaron el 1 %, y de Alemania, que entró en contracción ligera. Dentro de ese mapa, Madrid actúa como uno de los motores principales: en 2024 el PIB regional se estima que creció en torno al 3,4 %, por encima de la media española, y ya representa cerca del 19,6 % de la riqueza nacional, con la renta per cápita más alta del país. No es solo un buen año; es la consolidación de una tendencia.

La inversión exterior refuerza esta fotografía. En 2023, España recibió algo más de 28.000 millones de euros de inversión extranjera, en línea con la media de los últimos cinco años; más de la mitad de esos flujos se dirigieron a la Comunidad de Madrid. En 2024 esa posición de liderazgo no solo se mantuvo, sino que se amplificó: la región captó alrededor de 24.700 millones de euros de inversión productiva, el 67 % del total nacional y el segundo mejor registro desde 1993, con un crecimiento cercano al 47 % respecto al año anterior. No hablamos de un año coyuntural, sino de una trayectoria larga donde Madrid ha absorbido en torno al 60 % de toda la inversión productiva extranjera recibida por España desde 1993.

Cuando uno desciende al detalle, la foto es aún más interesante. La región concentra ya cerca del 69 % del stock nacional de inversión extranjera, con más de 15.000 empresas de capital foráneo instaladas y más de medio millón de empleos directos ligados a esa inversión. Los sectores tractores combinan servicios avanzados, tecnología, energía, inmobiliario, logística, finanzas y comunicaciones. En la práctica, esto significa que Madrid se ha convertido en una plataforma natural de entrada para corporaciones que quieren operar no solo en España, sino en toda Europa y, adicionalmente, que buscan un puente profesional y cultural hacia Latinoamérica.

Este contexto se refleja de forma muy directa en el mercado de M&A. Tras dos años de actividad más contenida, el mercado español ha consolidado su recuperación en 2025: solo entre enero y septiembre se cerraron unas 1.400 operaciones, un 6 % más que en el mismo periodo del año anterior, según datos de TTR. España se mantiene como cuarto mercado europeo de M&A, solo por detrás de Reino Unido, Alemania y Francia, y encabeza el sur de Europa en resiliencia y capacidad de adaptación. Lo relevante, para quienes trabajamos en el middle market, es que buena parte de este dinamismo se está produciendo precisamente en operaciones de tamaño medio, lejos de los grandes megadeals que acaparan los titulares, pero mucho más cerca del tejido real de empresas familiares y corporaciones medianas.

Conviene interpretar este momento con serenidad. En M&A de empresa familiar, de industria, de servicios avanzados, no se compra un relato, se compra una realidad: clientes, procesos, personas, márgenes, capacidad de crecimiento. Se valora una historia, sí, pero una historia que encaja con flujos de caja, riesgos identificables y un horizonte temporal razonable.

Lo que estamos viendo en Madrid es, precisamente, la combinación de dos capas: por un lado, un ecosistema en el que la innovación, la digitalización y sectores como energía, tecnología o servicios avanzados tiran del interés inversor; por otro, un tejido de empresas medianas con modelos de negocio probados, que empiezan a ver el M&A no como una amenaza, sino como una herramienta estratégica para crecer, diversificar o resolver transiciones generacionales complejas. En nuestro día a día es frecuente que una misma operación combine ambos mundos: una empresa familiar sólida, con décadas de historia, que abre su capital a un fondo especializado o a un grupo internacional para acelerar su expansión, ganar capacidades tecnológicas o profesionalizar su gobernanza.

La alegría empresarial de Madrid se explica también por un factor menos cuantificable, pero muy real: la sensación de oportunidad. Para un empresario que lleva años empujando su compañía, el entorno actual ofrece varias palancas simultáneas. Hay liquidez disponible; los fondos de private equity han seguido levantando capital y necesitan desplegarlo, y los bancos han normalizado su actividad de financiación corporativa tras los momentos de mayor tensión. El contexto macro acompaña: una economía española que crece por encima de la media europea, un mercado laboral relativamente dinámico y una política monetaria que, sin volver a tipos cero, parece moverse hacia escenarios más amables que los del pico inflacionario reciente.

Pero la oportunidad no es sinónimo de barra libre. Desde una oficina como la de NORGESTION en Madrid, es fácil caer en la tentación de medir el éxito por el número de mandatos o por el volumen transaccionado. Sin embargo, la experiencia enseña que el verdadero valor está en la selección y la calidad de esos procesos. No todas las empresas están en el momento adecuado para una operación de M&A, ni todas las operaciones tienen sentido estratégico, por muy buena que parezca la coyuntura general. En nuestro segmento, el coste de equivocarse no es solo financiero: afecta al legado familiar, al compromiso de los equipos, a la reputación del empresario y de la firma asesora.

Por eso el optimismo que se respira en Madrid es, o debería ser, un optimismo exigente. El empresario del middle market tiene ante sí un escenario singularmente favorable, pero también un conjunto de decisiones que requieren rigor. Decidir vender total o parcialmente, buscar un socio internacional, apostar por crecimiento inorgánico vía adquisiciones, recurrir a deuda para financiar expansión o reestructurar el balance: todas esas opciones ganan atractivo cuando la ciudad y el país están en fase de expansión, cuando la inversión extranjera fluye y cuando el mercado de M&A se recupera. Sin embargo, el criterio que debería guiar la decisión no es “aprovechar la ola” sin más, sino responder a una pregunta más básica: qué futuro quiero para mi empresa y qué tipo de compañero de viaje necesito para construirlo.

Desde ese prisma, el “momento Madrid” no es tanto un fenómeno de moda como un cambio de escala. La ciudad empieza a jugar, de facto, en una liga distinta: concentra más del 60 % de la inversión extranjera productiva que llega a España desde hace tres décadas, se ha situado entre las grandes regiones europeas por PIB y se ha convertido en un hub de servicios profesionales, tecnología y finanzas con proyección internacional. Esto tiene consecuencias muy concretas para un empresario mediano: aumentan las probabilidades de que un inversor extranjero mire a su empresa, se multiplican las opciones de encontrar un socio sectorial adecuado y crece la exigencia en términos de transparencia, gobierno corporativo y preparación de la compañía para una posible transacción.

La buena noticia es que, al contrario de lo que ocurre en un mundo más especulativo como podría ser el del venture capital, aquí el juego no depende de que la empresa “cuente bien su historia” de lo que podría ser, pero aún no es. En el middle market, los mejores resultados llegan cuando la compañía reconoce con honestidad su punto de partida, pone orden en su información financiera y operativa, afronta sus debilidades y construye, con ayuda, un proyecto creíble para los próximos años. Es en ese terreno, más prosaico y menos glamuroso, donde Madrid está demostrando su verdadera fortaleza: una combinación de talento, tejido empresarial maduro y capital —nacional e internacional— dispuesto a acompañar proyectos serios.

Como director de la oficina de NORGESTION en Madrid, si tuviera que condensar lo que estamos viviendo en una recomendación para los empresarios sería esta: no confundir prudencia con inmovilidad. El contexto actual no invita a lanzarse sin análisis, pero sí penaliza la parálisis por exceso de cautela. Quien espere a un entorno “perfecto” quizá descubra, dentro de unos años, que ese momento ya pasó y que las mejores ventanas de oportunidad se aprovecharon otros. Al mismo tiempo, quien se deje llevar por la retórica fácil de “todo se vende y todo se financia” corre el riesgo de entrar en procesos que no aportan valor ni a su empresa ni a su proyecto vital.

Madrid vive un momento dulce en inversión y M&A. La ciudad ha recuperado la alegría empresarial y, sobre todo, la confianza. Esa es una gran noticia. La responsabilidad de quienes asesoramos a empresas y a sus propietarios es ayudar a que esa alegría se traduzca en decisiones sólidas, bien pensadas y sostenibles en el tiempo. Porque el objetivo no es aprovechar un momento pasajero, sino construir sobre fundamentos sólidos que sostengan el impulso y la inercia positivos del mercado.

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