Los galos

Artículo de Luis Molowny, socio de NORGESTION, publicado en el último número de Capital & Corporate Magazine.

3/12/2025

Es particular esto del M&A. En la era de la inmediatez, del FOMO, del techno-stress, y de todas esas gaitas que nos hemos inventado para definir el entorno más veloz y exigente que nos ha tocado vivir, hay una aldea gala que todavía resiste las ambiciones expansionistas de los romanos: las operaciones corporativas. Y es que difícilmente habrán ustedes participado en conversaciones durante los últimos meses donde el “todo lleva más tiempo” no haya sido uno de los tópicos que con más frecuencia haya salido a la palestra.

Obsoleto se nos ha quedado el cronograma tipo que antaño planteábamos a nuestros clientes en aquellas propuestas de servicios profesionales que recogían los habituales 9 meses de ejecución…ahora el pimpollo tarda en ver la luz bastante más.

Sinceramente no creo que el pato lo puedan seguir pagando únicamente la falta de alineación entre expectativas de vendedor y valoraciones del comprador. Aunque el panorama macro (volveremos a esto más adelante) no resulta del todo despejado ni estable, los fundamentales de las compañías llevan tiempo comportándose de manera sobresaliente, existe abundante liquidez en los mercados, volvemos a contar con estabilidad en los tipos de interés, etc.

Resulta paradójico además que, en los tiempos de la digitalización, del data analytics, de la IA, etc. no solo no recortamos los tiempos que envuelven a las transacciones corporativas sino que, como decíamos, los closings tienden a llevar más y más tiempo.

Y aún más sorprendente si cabe es observar que el número de deals propietarios sea hoy casi más la tónica que la excepción. Prima madurar progresivamente la transacción, conocerse bien o entender si hay buen encaje, por encima de la celeridad que favorece un proceso competitivo (junto con la posibilidad de tener varias referencias de mercado).

¿Qué está ocurriendo entonces? ¿Por qué estas menores urgencias no solo por parte de los compradores sino, aparentemente también por el lado de los vendedores? Es evidente que los inversores no ganan mucho alargando los procesos gratuitamente, pero es cierto que, cuanto más tiempo dispongan para sus análisis, para evaluar la evolución de los negocios, etc., mayor será la certidumbre en el proyecto. Pero ¿Y los empresarios que deciden dar entrada a un inversor financiero o directamente hacer un full exit? ¿Qué les motiva a tomarse las cosas con mayor calma?

Quizás en la pregunta se encuentre la respuesta: calma. Claramente, la experiencia acumulada durante estos años aporta más credibilidad al sector y a su capacidad de persuadir a los targets de que llevar a cabo los análisis y la planificación necesaria, resulta determinante para el éxito de la operación. Hay multitud de ejemplos que evidencian porqué las prisas no son buenas consejeras…algunos de hecho bastante recientes.

La pausa y la abundante información de cara a tomar la mejor decisión también juega obviamente a favor de los vendedores y de los empresarios que buscan abrir el capital a terceros. Más aún en un contexto en el que las soluciones de financiación que se ofertan hoy en día son casi infinitas y a medida de cada caso.

Dicho lo cual, tampoco es menos cierto eso de “la parálisis por análisis”. En un escenario tan plagado de obstáculos como el actual, ningún excel puede abarcar la complejidad de intentar escudriñar el panorama geopolítico que nos toca navegar. En su carta a inversores fechada el 5 de abril de 2025, Howard Marks vuelve a echar mano del “Nobody knows”, que ya utilizase los días posteriores a la caída de Lehman Brothers y la consiguiente crisis bancaria que a punto estuvo de llevarse por delante el sistema financiero mundial durante el último trimestre del 2008. El mismo término también le sirvió de base para sus disquisiciones los días posteriores al confinamiento derivado de la Covid-19, que sumió de nuevo al mundo en unos niveles de pánico nunca antes vistos. Fue en esta alocución cuando Marks citó por primera vez al epidemiólogo Marc Lipsitch, quien afirmaba que habitualmente tomamos nuestras decisiones en base a (a) datos, (b) extrapolaciones de experiencias análogas o (c) opiniones o especulaciones. Ni que decir tiene que, durante aquellos meses tan inciertos, ni (a) ni (b) ni siquiera parte de (c) ayudaron a encontrar soluciones. Solo nos quedó la especulación. Volviendo a su última misiva y con el objetivo de elaborar sobre la problemática actual, comenta Marks que no tiene mucho sentido esforzarnos por anticipar cómo funcionará a futuro el comercio mundial (añado yo, y la sociedad en general), tal y como lo entendemos desde hace 80 años. Y aunque obviamente no se trata de fiarlo todo al azar, prosigue el head de Oaktree, “most of the time, the world does not end”.

Como todo en la vida, en el punto medio está la virtud. Así lo entendían aquellos galos que gozaban de la sabiduría de Panoramix, la sensatez de Asterix y la osadía de Obelix. Que la combinación de todos estos dones siga impulsando las operaciones corporativas…aunque nos lleven más de 9 meses de ejecución.

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