Deusto Business Open Alumni. Economía y Sociedad.
En el contexto de la globalización económica, la competitividad fiscal se ha convertido en un factor determinante para atraer inversión extranjera directa, capital humano altamente cualificado y promover el desarrollo empresarial. España se enfrenta al reto de articular un sistema tributario que garantice la financiación de los servicios públicos, al tiempo que debe incentivar la actividad económica y la creación de empleo. A través de la presente Tribuna se realiza un análisis técnico de la competitividad fiscal de España en el contexto de la Unión Europea.
Introducción
La competitividad fiscal se ha convertido en un aspecto fundamental para el crecimiento y desarrollo de los países en un contexto de globalización económica. En un mundo cada vez más interconectado, donde las empresas y los inversores tienen la posibilidad de elegir dónde establecerse y desarrollar sus actividades, los Estados compiten por atraerlos mediante el diseño de sistemas tributarios que resulten atractivos y competitivos.
En este sentido, España se enfrenta al desafío de articular un sistema tributario que, por un lado, garantice la sostenibilidad de las finanzas públicas y la provisión de servicios públicos esenciales, y por otro, impulse la actividad económica, la creación de empleo y la atracción de inversión.
Esta Tribuna analiza la competitividad fiscal de España desde una perspectiva técnica y comparada con el resto de la Unión Europea, considerando datos de organismos como la OCDE y Eurostat, así como informes de instituciones como el IEE (Instituto de Estudios Económicos) y la Tax Foundation. Se abordan los principales factores que determinan la competitividad fiscal, incluyendo la presión fiscal, el esfuerzo fiscal, la estructura del sistema tributario y la eficiencia recaudatoria.
Factores determinantes de la competitividad fiscal en España
La evaluación de la competitividad fiscal de un país requiere del análisis de muchos factores que trasciende de la mera observación de la presión fiscal. Si bien este indicador, definido como la ratio de ingresos tributarios sobre el PIB, ofrece una primera aproximación a la carga fiscal de un país, su análisis aislado puede resultar engañoso, ya que no considera variables como el nivel de renta per cápita o la estructura del sistema tributario. En este sentido, de cara a realizar un análisis de la competitividad fiscal de forma exhaustiva, es esencial tener presente los siguientes factores.
Presión fiscal y esfuerzo fiscal
El análisis de la situación fiscal en España revela un panorama complejo. Si bien la presión fiscal, definida como la ratio entre la recaudación tributaria y el Producto Interior Bruto (PIB), se situó en el 39% en 2023, las proyecciones del Instituto de Estudios Económicos (IEE) apuntan a un incremento superior al 42% del PIB para 2024. Esta cifra supera ligeramente la media de la Unión Europea, estimada en torno al 41%.
No obstante, la presión fiscal no ofrece una visión completa del escenario tributario. Es esencial considerar el esfuerzo fiscal, un indicador que relaciona la presión fiscal con la renta per cápita. En este aspecto, España presenta una situación singular, ya que al tener una renta per cápita inferior a la media europea, el esfuerzo fiscal se sitúa en un 117% de la media de la UE. Esto implica que los ciudadanos españoles destinan una proporción significativamente mayor de sus ingresos a la financiación del Estado en comparación con otros países de la Unión.
Las implicaciones de esta realidad son relevantes. Un esfuerzo fiscal elevado puede afectar negativamente a la competitividad de un país, desincentivando la inversión extranjera y la atracción de talento. En un contexto globalizado, donde la movilidad del capital y del trabajo es una constante, las legislaciones fiscales juegan un papel crucial en la configuración de las ventajas competitivas de cada nación.
En conclusión, si bien la presión fiscal en España se encuentra en niveles similares a la media europea, el análisis del esfuerzo fiscal revela un desequilibrio que podría comprometer el crecimiento económico a largo plazo. Es necesario un debate profundo sobre la estructura del sistema tributario español, con el objetivo de garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y, al mismo tiempo, promover un entorno favorable a la inversión y al desarrollo económico.
Estructura del sistema tributario
La estructura del sistema tributario constituye un elemento clave en la determinación de la competitividad fiscal. Un sistema complejo, con múltiples excepciones y beneficios fiscales, puede generar incertidumbre jurídica y dificultar el cumplimiento fiscal, desincentivando la inversión. En este sentido, el sistema tributario español presenta ciertas debilidades en comparación con otros países de la UE que pasamos a analizar recorriendo las principales figuras impositivas del país:
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF): España se caracteriza por una elevada progresividad en el IRPF, con tasas marginales máximas que, en algunos tramos de renta, superan la media de la UE, que se sitúa en torno al 40%. Esta situación puede desincentivar la atracción de talento, especialmente de profesionales altamente cualificados, que podrían encontrar sistemas fiscales más atractivos en otros Estados Miembros. Además, la complejidad del sistema, con numerosas deducciones y exenciones, dificulta su gestión y genera incertidumbre jurídica, lo que puede suponer una barrera para la inversión extranjera.
Impuesto sobre el Patrimonio (IP): Actualmente, sólo Francia tiene un impuesto al patrimonio similar al de España dentro de la Unión Europea. Aunque en el pasado otros países como Alemania, Suecia o Austria también lo aplicaban, lo cierto es que la tendencia en la UE ha sido la eliminación de este impuesto. Esto coloca a España en una posición particular en términos de competitividad fiscal; si bien genera cierta recaudación (muy escasa en términos globales) y puede contribuir a la equidad, también puede desincentivar la inversión y provocar fuga de capitales.
Impuesto sobre Sociedades (IS): Aunque el tipo nominal de este impuesto en España (24% en Territorios Forales, 25% en Territorio Común) se encuentra en la media de la UE, que se sitúa en torno al 23%, la recaudación efectiva es menor debido a la estrechez de la base imponible. Diversas deducciones y exenciones reducen la carga fiscal efectiva para las empresas, lo que puede distorsionar la competencia y afectar la recaudación. En comparación con otros países de la UE, esta disminución de la recaudación efectiva podría, además, afectar negativamente a la financiación de los servicios públicos.
Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA): El tipo general del IVA en España (21%) es superior a la media de la UE, que se sitúa en torno al 20%. Si bien existen tipos reducidos, su aplicación es más limitada que en otros países, lo que puede afectar al consumo y la competitividad de ciertos sectores. Esta diferencia en los tipos de IVA puede desincentivar el consumo en España y afectar la competitividad de las empresas, especialmente en sectores como el turismo o la alimentación, que suelen beneficiarse de tipos reducidos en otros países de la UE.
Eficiencia recaudatoria
La eficiencia recaudatoria es otro factor clave para la competitividad fiscal, ya que permite optimizar la recaudación de impuestos con la menor carga administrativa para los contribuyentes. Aunque España ha avanzado en este aspecto, aún existen áreas de mejora en comparación con otros países de la UE.
Si bien la economía sumergida en España ha disminuido en los últimos años, situándose en el 15,8% del PIB en 2022, sigue siendo un desafío. Esta cifra, aunque inferior a la media de la UE (17,3% en 2022), impacta negativamente en la recaudación y puede generar desigualdades fiscales. Además, la complejidad del sistema tributario español puede dificultar el cumplimiento fiscal y aumentar los costes administrativos para las empresas, lo que afecta su competitividad.
El marco regulatorio
El marco regulatorio también influye en la competitividad fiscal. Un marco regulatorio estable y predecible, con pocas trabas burocráticas, fomenta la inversión y el crecimiento económico. España ha implementado reformas para mejorar el entorno regulatorio en los últimos años, pero aún existen márgenes de mejora en áreas como la agilidad en la concesión de licencias y permisos, la reducción de la burocracia y la seguridad jurídica.
Otros factores como las infraestructuras y el capital humano
La calidad de las infraestructuras y el capital humano son factores que también influyen en la competitividad fiscal. Unas buenas infraestructuras (transporte, comunicaciones, energía) y un capital humano cualificado atraen inversión y fomentan el crecimiento económico. España ha realizado importantes inversiones en infraestructuras en las últimas décadas, pero aún existen brechas en comparación con otros países de la UE, especialmente en el ámbito digital. En cuanto al capital humano, España tiene un alto nivel de educación superior, pero existen desafíos en la formación profesional y la adaptación a las necesidades del mercado laboral.
Conclusiones
El análisis realizado revela que la competitividad fiscal de España se encuentra en una posición compleja. Si bien la presión fiscal se sitúa en niveles similares a la media de la UE, el elevado esfuerzo fiscal, la complejidad del sistema tributario y la estructura de algunas figuras impositivas plantean desafíos importantes.
Los ciudadanos españoles soportan una mayor carga fiscal en relación con su riqueza que la media de los ciudadanos europeos, lo que puede desincentivar la inversión y la atracción de talento. Además, la progresividad del IRPF, el tipo general del IVA y la recaudación efectiva del Impuesto sobre Sociedades presentan desventajas en comparación con otros países de la UE, lo que puede afectar negativamente a la inversión, el consumo y la competitividad de las empresas.
Asimismo, la eficiencia recaudatoria y el marco regulatorio son áreas en las que España presenta márgenes de mejora. En este sentido, la alta tasa de economía sumergida reduce la recaudación y aumenta la inequidad fiscal, mientras que la complejidad del sistema tributario puede dificultar el cumplimiento fiscal y aumentar los costes administrativos para las empresas.
En definitiva, España necesita adaptar su sistema tributario a las exigencias de la economía globalizada, buscando un equilibrio entre la necesidad de recaudación y la promoción de la competitividad. Esto implica simplificar la normativa, revisar la estructura de las figuras impositivas y mejorar la eficiencia recaudatoria, con el fin de impulsar la inversión, la creación de empleo y el crecimiento económico sostenible
Referencias
OCDE (2023). Revenue Statistics.
Eurostat (2023). Taxation trends in the European Union.
Instituto de Estudios Económicos (IEE) (2023). Informe de Competitividad Fiscal.
Tax Foundation (2023). International Tax Competitiveness Index.