El Economista. Opinión.
elEconomista.es.- Bilbao.- 25/09/2025.- Recientemente reflexionaba con un buen amigo sobre la situación actual y las alternativas para nuestro crecimiento económico, y nos cuestionábamos si lo que falta son buenos proyectos o faltan fondos para apoyarlos. Pues miren ustedes, pienso que en el País Vasco no falta ni lo uno ni lo otro.
Por una parte, es incuestionable la trayectoria y capacidad emprendedora del empresariado local, su prestigio y su imagen de seriedad, factores que ayudan mucho a que sus proyectos sean capaces de atraer fondos. Y hablo con conocimiento de causa.
Por otra parte, creo que la disponibilidad de fondos para buenos proyectos resulta evidente. Por un lado, encontramos los fondos nacionales o internacionales de Private Equity que desde hace ya años han puesto su foco en nuestro tejido empresarial y han colaborado en el impulso y desarrollo de muchas buenas empresas.
Por otro lado, contamos también con el gran esfuerzo inversor impulsado desde el sector público, aplicando criterios de inversor privado -que es como debe ser y mejor nos irá a todos- y de instituciones financieras locales que están poniendo a disposición de buenos proyectos importes muy relevantes. Tanto para su desarrollo como para consolidar el arraigo empresarial, aunque pienso que el desarrollo genera el arraigo más que a la inversa, aun siendo ambos objetivos muy deseables.
Eso sí, algo nos tiene que faltar, porque si no seríamos perfectos. Y en este sentido echo de menos más "campeones nacionales" que hagan de tractores para el resto del ecosistema y, sobre todo, creo que debemos convertirnos en un país más "amigable" para las empresas, lo que propiciaría un círculo virtuoso, dado que son las empresas las principales generadoras de riqueza.
Y me preguntarán: ¿qué significa ser "amigable"? Pues me vienen a la cabeza varias cosas: la primera y más importante se refiere al necesario esfuerzo en reducir el absentismo y la conflictividad, en lo que desgraciadamente sí somos líderes, para resultar aún más atractivos de lo que somos, y en otro orden de cosas, tendríamos que simplificar las trabas burocráticas que cada vez se complican más, generando la impresión, en ocasiones, de que tratamos a la empresa como enemiga del trabajador, cuando es justo lo contrario. La empresa es la gran aliada en la creación de prosperidad.
Todos me han comprendido sin meterme en más jardines, como el de la jornada laboral o el del registro horario… seguro.